¡BIENVENID@S!

Mejora tu futuro.
Aprende idiomas.



«nomen est omen»

¿Qué es MoviLinguas?


La leí alguna vez y la frase se me quedó grabada:

«La manera más significativa de tener éxito es ayudando a otros a ser exitosos».

Es de Adam Grant, autor y psicólogo estadounidense, quien define el éxito como una contribución, no como el triunfo en una competición.

Permítanme contarles una pequeña historia.

Durante la pandemia, mi hermano Thomas me pasó un video sobre uno de mis temas favoritos: la dopamina. 

Tenía una duración de 5 minutos y estaba en inglés, y mi hermano me recomendaba recurrir a los subtítulos.

-Qué va -le dije, algo picado-. No los necesito.

Pero sí los necesité.

Y no solo eso, pues, además de que el acento y la rapidez con la que hablaba el famoso científico y escritor Robert Sapolsky eran todo un reto, no podía entender gran parte del vocabulario, de unas 800 palabras.

No sé qué me causó mayor conmoción:

El no poder entender a pesar de haber pasado alguna vez por el ICPNA (Instituto Cultural Peruano Norteamericano) y el Británico.

O el haber sido tan ignorante de mis limitaciones.

¿Cuál fue la consecuencia?

Me juré solemnemente revisar el video cuantas veces fuera necesario hasta llegar a entenderlo y dominarlo como si fuera una canción.

Pero justo por esos días descubrí un libro que cambió el partido, el juego.

Me refiero a «Hábitos atómicos» de James Clear.

¿Cómo entra a tallar el tema de los hábitos en esta historia?

Es simple: si quería cumplir lo que me había propuesto (llegar a dominar el video de Sapolsky como si fuera una canción), entonces tenía que organizarme una pequeña rutina diaria.

Así pasé a «tunear» mi juramento y decidí revisar el video cada día 5 minutos (justo su duración) hasta conseguir mi meta.

Dos semanas después, ya me sabía todo el vocabulario de memoria (de tanto repetirlo) y, para no aburrirme, empecé a imitar el acento de Sapolsky.

Para complicar (y terminar) esta historia, por esos días un amigo me pasó un pódcast sobre neurociencia.

En él, el neurocientífico Andrew Huberman describía el proceso neuronal que acompaña un aprendizaje.

¿La conclusión más importante?

El cerebro aprende por errores.

-¿Por errores? -me dije-. ¡En eso soy un campeón!

Así empecé a hacer experimentos y a probar técnicas que me permitieran aumentar el número de errores en mi pronunciación diaria del video de Sapolsky.

¿Cuál fue el resultado?

Di con una técnica que no solo me permitió mejorar mi gringlés (inglés estadounidense) al punto de que me propuse llegar a hablar como un nativo, sino que también me ha permitido mejorar mi alemán, italiano, francés y portugués, hasta hablarlos fluida y rápidamente.

A esa técnica la llamé MoviLinguas, puesto que se trataba de un entrenamiento de la lengua.

«Aprende idiomas como si fuera un deporte» fue mi primer lema.

Lo que no sabía era que ¡acababa de inventar la rueda! 

Por suerte, solo en parte. La menos significativa.

La otra, la más importante, la que vertebra MoviLinguas, es la que es capaz de ayudar a otros a ser exitosos aprendiendo idiomas:

Esa gran forma de mejorar tu futuro y el futuro de todos.


HjV

¿tiene sentido «enseñar» un idioma?

Cómo preparar tu cerebro para un nuevo idioma

01

Pronunciar bien es fundamental

Si bien un idioma tiene tres aspectos principales (el mecánico: encargado de la pronunciación, el auditivo: responsable de la comprensión oral, y el cognitivo, que descifra cómo se organizan las palabras), el método tradicional se concentra en este último, o sea, en la gramática.

Pero si te entrenas para pronunciar bien, entenderás bien también, pues tu cerebro reconocerá los sonidos que él mismo puede producir.

Por el contrario, si pronuncias mal es como si te llamaran por tu nombre mal pronunciado:

No lo reconocerás, como le pasa a muchos en la sala de espera de un médico o de un aeropuerto.

Además, al entrenarte para pronunciar bien, aprenderás automáticamente el vocabulario usado y la gramática correspondiente de tanto usarlos.

02

Tu cerebro necesita errores

Y mientras más, mejor.
Si, además, los errores se realizan en el menor tiempo posible, la eficacia aumenta.
(No es lo mismo practicar cinco tiros con una pelota de básquet al tablero en una hora, que hacerlo en pocos segundos.)

Mis métodos -intencionalmente contraintuitivos- están diseñados siguiendo esa idea.

Así, en un Remedeo de 5 minutos, por ejemplo, se habrán pronunciado 800 palabras, a un ritmo de 180 por minuto. Un número que difícilmente se llega a alcanzar en una clase tradicional.

En otro entrenamiento (que llamo Jazz Oral), se trata de hablar rápidamente y sin pausas, sin preocuparse por los errores, durante 10, 20, 30 o 60 segundos.
De esa forma se entrena al cerebro a recurrir rápidamente al vocabulario ya asimilado y a no concentrarse en los errores.

03

Una máquina que predice sin cesar

El cerebro es una máquina predictora que nunca se detiene.
Y es gracias a sus predicciones y cálculos (apuestas) que podemos movernos sin tener que mirar cada momento dónde pisamos, por ejemplo.

Para ello, el cerebro crea modelos del mundo exterior. Y, para mejorarlos, necesita saber qué no funciona. Y para ello necesita los errores.

Pero, así como para confeccionar la estadística de divorcios de un país es mejor contar con miles de parejas que con solo cinco (todas podrían estar divorciadas), es mejor recurrir a una ingente masa de material (lecturas, videos, audios), para que el cerebro pueda crear y mejorar sus modelos sobre la pronunciación, el vocabulario y la gramática. A mayor masa, mejores predicciones.

Suena intimidante, pero eso es lo que encuentra todo bebé al nacer.

Despierta tu instinto lingüístico

Una rutina mínima como primer paso, es la mejor garantía a largo plazo

cometer errores es la clave

Algunos principios


En la enseñanza tradicional el profesor explica a los alumnos, quienes escuchan pasivamente, sentados.
Con suerte, algo se les quedará en la memoria… si han prestado atención y el tema les interesa.

En los idiomas esta forma de enseñanza es más inefectiva aún, pues, para empezar, si el cerebro necesita errores para aprender, ¿en qué momento de la clase los puede cometer el alumno?

Peor aún, si el cerebro necesita de ingentes datos para poder hacer predicciones y crear modelos, con solo una o dos horas de clase a la semana, apenas lo conseguirá (si no lo ha olvidado ya todo antes).

Si a eso le sumamos el poder de la vergüenza (mucho mayor de lo que se cree: hay quienes esconden su verdadero yo toda su vida para no someterse al escarnio de los demás), ya tenemos por lo menos una explicación de por qué en la escuela o colegio no se aprende un segundo idioma: ¿quién se va a atrever a hablar algo que no domina y sabiendo que se burlarán? (Salvo excepciones, claro. Yo no fui una.)

Por ello, cuando me prometí que mis alumnos alemanes iban a terminar hablando fluidamente mi lengua, traté de concentrarme inicialmente en esos tres puntos:

1) Maximizar el número de errores.

2) Minimizar, a la vez, el tiempo de ejecución, para aumentar la efectividad. (No es lo mismo lanzar 5 veces la pelota a la canasta en una hora, que hacerlo en 1 minuto, por ejemplo.)

3) Cómo ejercitarse a diario, sin que eso suponga tedio ni tiempo robado a otras actividades.

Así llegué a la rutina mínima que recomiendo.

Todos sabemos imitar

Como su nombre lo indica (MoviLinguas): la mejor forma de ejercitarse para mover la lengua de determinadas maneras es ¡ejercitándose en moverla de esas determinadas maneras! Nadie puede convertirse en maratonista mirando videos sobre maratones sentado en un sofá. Lo bueno es que, una vez que lo interiorizas, tú mismo/a empiezas a querer leer o repetir todo, proactivamente, pues ves que funciona y te motiva.

Flexible

El «cuándo» y «dónde» tú lo decides. Pero te recomiendo una rutina (un hábito con una hora y un lugar fijos) como el camino más efectivo para conseguir tu meta. El «qué» también lo decides tú: los videos o audios (pódcast) a elegir. Luego aquí encontrarás cómo proceder con el material elegido.

Adiós vergüenza y timidez

Entrénate en el idioma que deseas aprender, cometiendo el máximo número de errores (la forma en que aprende el cerebro) en el menor tiempo posible (para aumentar la efectividad). Y todo eso sin que nadie te escuche, te juzgue, te mire raro o se ría de ti, pues lo harás a solas. Tu futuro cambiará cuando decidas «salir» a probar lo aprendido. Pero, ojo: nadie es perfecto, así que hay que estar preparados para soportar los momentos de duda e inseguridad. Como en la vida misma.

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