Mejora tu futuro.
Aprende idiomas.


¿Por qué es tan difícil aprender idiomas?


No importa en qué país ni el tipo de público: si pido que levanten la mano todos aquellos a los que les gustaría aprender un idioma, prácticamente todos lo hacen.

Si alguien no lo hace, suele ser porque se cree incapaz de poder aprender una nueva lengua o ya lo intentó sin éxito, así que se resigna.

Es más, muchos dejan esta vida sin haber cumplido su sueño de hablar inglés, francés, italiano, portugués, chino, japonés o alemán.

Sin embargo, son pocos los que hacen verdaderamente algo o se esfuerzan por cumplirlo. Y, como además muy pocos lo consiguen, el resto se resigna a seguir soñando.

¿Por qué es tan difícil aprender un nuevo idioma?

Muchos consiguen acumular un respetable vocabulario con aplicaciones como Duolingo. Llegan, incluso, a aprender lo suficiente para defenderse en un viaje.

Pero hablar fluida y con cierta velocidad una lengua es otra cosa.
(Y, llegar a dominarla, otro tema.)

¿Cuál es el mayor obstáculo entonces?

¿La respuesta?
Tú misma /o.

Mejor dicho, tu cerebro.

Hablar otro idioma es como adoptar una nueva personalidad, otro yo, otra identidad.

Y eso es algo que el cerebro no soporta, así que te pone todo tipo de trabas, argumentos, excusas, dilaciones, pretextos, explicaciones.

No tengo tiempo. No soy buena para los idiomas. No tengo oído. Me aburre la gramática. Tendría que aprender mucho vocabulario. Tendría que organizarme mejor. No podría pagar un curso. No tendría con quién practicar. Necesitaría un buen profesor o profesora. No conseguiría alcanzar el nivel que me gustaría, así que mejor ni lo intento.

Como cuando se hace importantes planes para el futuro, surgen dos miedos básicos:

1) Que funcione tu plan.
2) Que no funcione.

No es un chiste.

El segundo miedo es el más común: el de no llegar a conseguir lo que nos hemos propuesto.

Es decir, hacer todo un gran esfuerzo y al final constatar que ha sido una pérdida de tiempo.

En el caso de los idiomas, el segundo miedo es acaso mayor: que nos funcione.

¿Por qué?

Porque en ese caso, habremos conseguido esa segunda identidad, esa nueva personalidad.

Y aparte de ser atemorizante para el cerebro (para nuestra identidad), intuimos que significará un gran cambio en nuestras vidas:

Porque entonces nos informaremos, estudiaremos, leeremos, nos entretendremos, veremos películas y videos, jugaremos, revisaremos la prensa y nos comunicaremos en general en dos (o más) idiomas, con todo lo que eso significará para nuestra vida diaria.

Por todo ello, a pesar de que el método MoviLinguas (entrenarse en un idioma como si fuera un deporte) te puede permitir hablar fluidamente, con cierta velocidad y muy buena pronunciación en relativo poco tiempo: no basta.

Hay desarrollar estrategias:

No solo para mantener lo aprendido y entrenado (como sucede en cualquier deporte), sino también para crear las condiciones necesarias para seguir avanzando, para ‘completar’ y reforzar esa nueva identidad.

De otro modo, tu cerebro desarrollará estrategias para boicotearla.

En otras palabras:

Tienes que reforzar tu nuevo yo.

En estas páginas te mostraré estrategias para conseguirlo.

HjV








¿tiene sentido «enseñar» un idioma?

Cómo preparar tu cerebro para un nuevo idioma

01

Pronunciar bien es fundamental

Si bien un idioma tiene tres aspectos principales (el mecánico: encargado de la pronunciación, el auditivo: responsable de la comprensión oral, y el cognitivo, que descifra cómo se organizan las palabras), el método tradicional se concentra en este último, o sea, en la gramática.

Pero si te entrenas para pronunciar bien, entenderás bien también, pues tu cerebro reconocerá los sonidos que él mismo puede producir.

Por el contrario, si pronuncias mal es como si te llamaran por tu nombre mal pronunciado:

No lo reconocerás, como le pasa a muchos en la sala de espera de un médico o de un aeropuerto.

Además, al entrenarte para pronunciar bien, aprenderás automáticamente el vocabulario usado y la gramática correspondiente de tanto usarlos.

02

Tu cerebro necesita errores

Y mientras más, mejor.
Si, además, los errores se realizan en el menor tiempo posible, la eficacia aumenta.
(No es lo mismo practicar cinco tiros con una pelota de básquet al tablero en una hora, que hacerlo en pocos segundos.)

Mis métodos -intencionalmente contraintuitivos- están diseñados siguiendo esa idea.

Así, en un Remedeo de 5 minutos, por ejemplo, se habrán pronunciado 800 palabras, a un ritmo de 180 por minuto. Un número que difícilmente se llega a alcanzar en una clase tradicional.

En otro entrenamiento (que llamo Jazz Oral), se trata de hablar rápidamente y sin pausas, sin preocuparse por los errores, durante 10, 20, 30 o 60 segundos.
De esa forma se entrena al cerebro a recurrir rápidamente al vocabulario ya asimilado y a no concentrarse en los errores.

03

Una máquina que predice sin cesar

El cerebro es una máquina predictora que nunca se detiene.
Y es gracias a sus predicciones y cálculos (apuestas) que podemos movernos sin tener que mirar cada momento dónde pisamos, por ejemplo.

Para ello, el cerebro crea modelos del mundo exterior. Y, para mejorarlos, necesita saber qué no funciona. Y para ello necesita los errores.

Pero, así como para confeccionar la estadística de divorcios de un país es mejor contar con miles de parejas que con solo cinco (todas podrían estar divorciadas), es mejor recurrir a una ingente masa de material (lecturas, videos, audios), para que el cerebro pueda crear y mejorar sus modelos sobre la pronunciación, el vocabulario y la gramática. A mayor masa, mejores predicciones.

Suena intimidante, pero eso es lo que encuentra todo bebé al nacer.

Despierta tu instinto lingüístico

Una rutina mínima como primer paso, es la mejor garantía a largo plazo

cometer errores es la clave

Algunos principios


En la enseñanza tradicional el profesor explica a los alumnos, quienes escuchan pasivamente, sentados.
Con suerte, algo se les quedará en la memoria… si han prestado atención y el tema les interesa.

En los idiomas esta forma de enseñanza es más inefectiva aún, pues, para empezar, si el cerebro necesita errores para aprender, ¿en qué momento de la clase los puede cometer el alumno?

Peor aún, si el cerebro necesita de ingentes datos para poder hacer predicciones y crear modelos, con solo una o dos horas de clase a la semana, apenas lo conseguirá (si no lo ha olvidado ya todo antes).

Si a eso le sumamos el poder de la vergüenza (mucho mayor de lo que se cree: hay quienes esconden su verdadero yo toda su vida para no someterse al escarnio de los demás), ya tenemos por lo menos una explicación de por qué en la escuela o colegio no se aprende un segundo idioma: ¿quién se va a atrever a hablar algo que no domina y sabiendo que se burlarán? (Salvo excepciones, claro. Yo no fui una.)

Por ello, cuando me prometí que mis alumnos alemanes iban a terminar hablando fluidamente mi lengua, traté de concentrarme inicialmente en esos tres puntos:

1) Maximizar el número de errores.

2) Minimizar, a la vez, el tiempo de ejecución, para aumentar la efectividad. (No es lo mismo lanzar 5 veces la pelota a la canasta en una hora, que hacerlo en 1 minuto, por ejemplo.)

3) Cómo ejercitarse a diario, sin que eso suponga tedio ni tiempo robado a otras actividades.

Así llegué a la rutina mínima que recomiendo.

Todos sabemos imitar

Como su nombre lo indica (MoviLinguas): la mejor forma de ejercitarse para mover la lengua de determinadas maneras es ¡ejercitándose en moverla de esas determinadas maneras! Nadie puede convertirse en maratonista mirando videos sobre maratones sentado en un sofá. Lo bueno es que, una vez que lo interiorizas, tú mismo/a empiezas a querer leer o repetir todo, proactivamente, pues ves que funciona y te motiva.

Flexible

El «cuándo» y «dónde» tú lo decides. Pero te recomiendo una rutina (un hábito con una hora y un lugar fijos) como el camino más efectivo para conseguir tu meta. El «qué» también lo decides tú: los videos o audios (pódcast) a elegir. Luego aquí encontrarás cómo proceder con el material elegido.

Adiós vergüenza y timidez

Entrénate en el idioma que deseas aprender, cometiendo el máximo número de errores (la forma en que aprende el cerebro) en el menor tiempo posible (para aumentar la efectividad). Y todo eso sin que nadie te escuche, te juzgue, te mire raro o se ría de ti, pues lo harás a solas. Tu futuro cambiará cuando decidas «salir» a probar lo aprendido. Pero, ojo: nadie es perfecto, así que hay que estar preparados para soportar los momentos de duda e inseguridad. Como en la vida misma.

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